domingo, 15 de noviembre de 2015

DE BILBAO A FERROL EN TREN DE VIA ESTRECHA - SANTANDER 2º PARTE






SANTANDER

  
Nos despedimos de Bilbao, nuestro tren avanza hacia la segunda etapa de este viaje, Santander.
Pensaba que en alguna parte del recorrido tocaríamos la costa, así lo parecía viendo el mapa, pero el trazado ferroviario nos lleva por el interior. Paisaje típico del norte; verdes campos, montañas y algunos caseríos jalonan el camino. Algo de niebla y una ligera llovizna nos acompañan:




La tarde sigue con nubes pero ya no llueve, ojala el tiempo siga igual y nos permita  pasear sin necesidad de usar el paraguas. Por la ventanilla vemos como el mar aparece anunciando la cercanía de la capital cántabra. A la derecha, en el sentido de la marcha, podemos ver el puente sobre la bahía:


 
En el anden contiguo a la vía en que entra nuestro tren está estacionado otro más lujoso que hace un recorrido turístico hasta La Robla. Como no vamos a viajar en él nos conformamos con tomar unas fotografías:





Un bonito mural en una de las paredes del edificio de viajeros y unas esculturas en el anden,  muestran detalles antiguos del ferrocarril de vía estrecha:


Hemos reservado habitación en uno de los hoteles cercanos a la estación el Hotel Celuisma Alisas (1). Es un establecimiento de 2 estrellas que, comparado con otros de más rango en los que hemos estado, bien podría tener una más. Las habitaciones son amplias y limpias, quizás el desayuno (incluido en el precio) podría estar mejor pero aún así quedamos contentos de este alojamiento.
Detalle del hotel Celuisma Alisas
Después de dejar el equipaje en el hotel nos dirigimos al Barrio Pesquero, aunque antes de llegar a él haremos una parada en el parque de La Marga que nos coge de camino. Este parque ha sido remozado en 2015 (recordemos que este viaje se realizó en abril del 2011) y las obras de mejora acometidas  han generado una viva polémica entre el Ayuntamiento y los vecinos del barrio Castilla-Hermida donde está ubicado. A nosotros en aquellas fechas nos pareció un lugar tranquilo y agradable:




Recordaba, de mi anterior visita, un Barrio Pesquero bullicioso con gran cantidad de bares y restaurantes en una de cuyas terrazas dimos cuenta de la típica mariscada, claro que eso sucedía en junio de 1985, cuando había menos crisis y más calor.  
No se si será porque estamos en el mes de abril y es domingo, pero apenas hay algún local abierto y se ve poca gente por calles y muelles. 
Unos pescadores escuchan por el transistor el Carrusel Deportivo y oímos como el Español de Barcelona acaba de marcar un gol al Racing de Santander, definitivamente no son buenos tiempos para el fútbol en esta ciudad.
Lo que si permanece inalterable después del tiempo transcurrido es la belleza de la bahía santanderina que me recuerda mucho a mis queridas rías gallegas. Desde el muelle  podemos contemplar, frente a nosotros, la costa  en la que se encuentran Pedreña y su famoso campo de golf. En esa localidad nació y se forjó como deportista nuestro golfista más famoso, Severiano Ballesteros, desgraciadamente desaparecido, aun a pronta edad, víctima de un tumor cerebral.





Paseando por los muelles llegamos de nuevo al centro de la ciudad. El majestuoso edificio de la Caja Cantábria es una de las muchas y bellas construcciones que se encuentran en nuestro camino hacia otro parque, el de José  María de Pereda.

José María de Pereda fue un notable escritor santanderino del siglo XIX que también se dedicó a la política llegando a ser elegido Diputado en Cortes por el Partido Carlista. Nació en el seno de una familia numerosa (numerosísima podría decirse) pues sus padres tuvieron 22 hijos de las que pocos llegaron a la pubertad. Fue  miembro de la Real Academia de la Lengua y gran parte de su obra está dedicada a su tierra, glosando como nadie la vida y las costumbres de La Montaña cántabra. A su recuerdo está dedicado el paseo más importante de Santander, que lleva su nombre, al igual que el hermoso parque junto a esa avenida.
Un gran monumento situado al principio de ese lugar de esparcimiento recuerda al escritor y su obra, con motivos de los usos y costumbres de la montaña de Cantabría.







Los paseos por esta ciudad, sobre todo en su fachada marítima, viendo sus plazas y jardines, sintiendo la brisa del mar impregnándose de su belleza es algo que ningún visitante olvida y un lujo del que disfrutan los santanderinos.




Un manzano en flor, situado junto al Banco de España, nos recuerda que estamos en primavera. Más allá un bello carrusel de época busca atraer la atención de los más pequeños, aunque en ese momento no puede decirse que lo consiga:



La noche nos acerca al mundo de los sueños cuando nos retiramos al hotel para descansar. Mañana nos espera un largo día en el que seguiremos recorriendo la ciudad y disfrutando de sus encantos:



Segundo día de estancia en Santander. Después de almorzar seguimos con nuestra visita, en este caso iniciando nuestro caminar en el Parque del Agua, contiguo a las estaciones de ferrocarril Feve y Adif (vía estrecha y ancho nacional):





Al salir del parque encontramos un edificio que nos llama la atención. A lo que era un muro sin ningún atractivo diversas pinturas con motivos de los quehaceres diarios, en los que aparece una figura que recuerda a José María de Pereda, le han dado un punto de interés:





Uno de los edificios singulares es el Ayuntamiento. Su estilo es modernista y se construyó en dos fases y épocas distintas pues el solar que ahora ocupa era inicialmente propiedad municipal y del Episcopado. La primera parte se edificó entre 1897 y 1907 y la segunda, cuando el municipio se hizo con el terreno del Episcopado, entre 1963-1967. Tuve oportunidad de visitar el Consistorio en una recepción que nos ofreció su alcalde con motivo de un congreso ferroviario en el año 1985.
La plaza del Ayuntamiento, anteriormente Plaza Pi i Margall en honor del político barcelonés que fuera Presidente de la Primera República,  fue motivo de controversia política durante muchos años. En ella convivieron hasta el  2008 la estatua ecuestre del Dictador Francisco Franco y el monumento con el escudo de la 2ª República, eso no gustaba ni a los partidarios de una causa ni a los de la otra. Los dos símbolos fueron retirados en esa fecha.



Cerca del Ayuntamiento se encuentra La Catedral dedicada a Nuestra Señora de La Asunción, a la que haremos una breve visita. Se trata de un conjunto monumental edificado entre los siglos XIII y XVII sobre lo que antiguamente había sido un monasterio dedicado a San Emeterio y San Celedonio. 
Cuando llegamos se está celebrando una misa en la Iglesia baja, imágino que lo que antes fue la Cripta. Intentamos entrar y una vigilante, muy poco agradable,  nos llama la atención y nos lo impide porque según ella no se puede acceder con los oficios empezados.  Un poco más tarde vemos a esta persona gritando a otros visitantes y tan buena acogida hace que nuestra estancia en ese lugar sea aún más rápida de lo que pensábamos. Aun así pasamos unos momentos al interior y visitamos el Claustro.





En el cielo hay algunas nubes que poco a poco se irán disipando pero la temperatura es buena, lo aprovecharemos para caminar por los paseos que bordean el mar, desde el Parque Pereda hasta la zona del Casino y el Sardinero.


En el muelle, unas figuras de bronce  recuerdan  a los adolescentes que se zambullían en el mar a recoger monedas que los turistas lanzaban al agua.


Mientras nosotros caminamos, bordeando  la costa santanderina, otros turistas prefieren verla desde los barcos que dedicados a  ese menester surcan las aguas de la bahía.


La Plaza Puerto Chico,nombre popular de la misma aunque esa no sea su denominación oficial, y un conjunto de calles que desembocan en la dársena conforman el barrio del mismo nombre. Este es un entorno de tradición marinera donde se amarraban los barcos de pesca antes de construirse el Barrio Pesquero de Santander.
Como es costumbre en muchos pueblos de mar, en las tabernas de este barrio, en sus ratos de ocio, los marineros bebían mientras cantaban canciones populares . Aquí nació una agupación coral que lleva el nombre de este barrio, la Agrupación Puerto Chico a la que tuve el gusto de ver y escuchar en una actuación que ofrecieron en la Casa de Cultura de Sada, mi residencia gallega. Su versión de Santander la marinera es tan buena que llega a emocionar.


El mar está en calma, en algunos momentos parece un espejo en el que se miran las nubes que aún persisten en el cielo, alguna muy negra que lejos de dejar agua dan mas belleza a las fotografías. Las playas están cuidadas, limpias y... desiertas, lo cual les añade a mi modo de ver  mayor encanto:





Por delante de nosotros divisamos la Península de La Magdalena lugar que visitaremos después de comer:


Por unas escaleras laterales, desde la playa, subimos hasta la Avda. de la Reina Victoria:


Ya en la avenida vemos un hermoso palacete sobre el cual un caminante nos informa, con cierta sorna, que es la casita que Emilio Botín, presidente del Banco Santander, tiene para pasar el fin de semana. Como decía aquel gitano, que metió una moneda por debajo de la persiana de una entidad bancaria sin poder recuperarla, "El dinero llama al dinero pero se queda siempre donde mas hay"


Parte de la  Avda. de La Reina Victoria y su continuación la Avda. Castañeda son un entorno donde se percibe la riqueza; a la izquierda camino del Sardinero las lujosas mansiones se suceden con un paisaje de impresionante belleza frente a ellas:




Pensábamos comer en el bufé del Gran Casino del Sardinero, donde lo hicimos durante en el Congreso ferroviario de 1985, pero están en obras y buscamos otra alternativa en las cercanías del mismo. 
El viejo Casino fue lugar de encuentro y de suntuosas fiestas en las que se daban cita la realeza, desde Amadeo de Saboya hasta Alfonso XIII, y la aristocracia que gustaba de veranear cerca de sus reyes. Fue derruido y en su lugar, en el año 1916, se construyó este edificio con apariencia de palacio que mezcla estilos modernista y vienés.


Dejamos el Sardinero y de nuevo bordeando el mar nos dirigimos a la Península de La Magdalena. En nuestro camino seguimos disfrutando de las maravillosas vistas, pasamos por los Jardines del Piquio y playas tan populares como la del Camello:






La Península de La Magdalena es uno de los principales lugares de ocio y esparcimiento de los santanderinos y un atractivo de primer orden para el turismo. Cuenta con un pequeño zoo, hecho junto a las rocas del acantilado a modo de piscina natural, con entradas para el agua de mar, en el que habitan leones marinos, pingüinos y focas.







Junto al zoo podemos ver tres carabelas con las cuales el marino santanderino, Vital Alsar, navegó por el Océano Atlántico emulando los viajes del conquistador español Francisco de Orellana.







Jardines, playas, zonas deportivas y  hasta un monumento al famoso naturista Félix Rodríguez de la Fuente son cosas que podemos encontrar en ese lugar.




Sin duda, lo más importante que podemos encontrar en este entorno es el Palacio de La Magdalena construido entre los años 1908 y 1912 sobre un pequeño promontorio, lo que le proporciona unas vistas espectaculares. Este palacio recuerda a sus homólogos ingleses quizás para contentar a la Reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII, que era de esa nacionalidad. Fue regalado a los Reyes por la ciudad de Santander que lo utilizaron como residencia de verano desde 1913 hasta 1930.  







Desaparecida la  República, como consecuencia de la Guerra Civil, el palacio tuvo diversos usos sin que la propiedad cambiase de dueño. Curiosamente fue el Conde de Barcelona, Juan de Borbón quién vendió a los propios santanderinos aquello que ellos habían regalado a su padre. Negocio redondo. En la actualidad este palacio es la Sede de la Universidad Menendez Pelayo.
Para recorrer el recinto existe un tren turístico aunque nosotros optamos por hacerlo a pie, lo cual nos permite ir a nuestro aire y detenernos para tomar fotografías en los lugares que más nos gustan:



Decimos adiós a La Magdalena y vamos hacia el centro de la ciudad. Lo hacemos paseando por la Avda. Castañeda donde nos encontramos con estatuas de personajes, de una forma u otra, ligados a Santander. El escritor Gerardo Diego con el que me hago una fotografía (quien sabe si se me puede pegar un poco de su talento),  el cantante Jorge Sepúlveda (su canción Santander es todo un himno de la ciudad), o la mujer que pregonaba el pescado fresco, son algunos de ellos:






El día ha sido intenso, seguro que no hemos visto todo lo que una ciudad como Santander ofrece pero siempre habrá tiempo para repetir la visita. 
Cenamos en la Cantina de Feve junto a un mural que revive los inicios del ferrocarril y nos recuerda a su antecesora, la diligencia.
Mañana volveremos a esta estación para proseguir nuestro viaje aún por tierras cántabras.





Santander 04/04/2011


(1) En mis reportajes solo suelo nombrar hoteles o restaurantes cuando la experiencia en ellos ha sido buena. En todo caso es recomendable asegurarse a través de otros comentarios actualizados pues los establecimientos cambian con el tiempo y también dependiendo de quien los gestione.